Apuntes sobre el Arte Contemporáneo y el Futuro
Tengo una clara debilidad por el arte contemporáneo, más bien por la búsqueda de la contemporaneidad en el arte. Lo que me atrae de él es aquella fantástica posibilidad que ofrece una Obra de acercarse por medio de una expresión puramente estética a la aprehensión de lo moderno.
Aunque esta denominación muchas veces sea illusoria-nada más que una intención-puesto que el hecho de que una exposición o museo o festival se denomine “arte moderno o contemporáneo” no quiere decir nada más que la curatoria utilizó esta frase para su convocatoria. No explicita necesariamente el logro o realización efectivo de los trabajos, ni los límites en los que debe estar inserto.
Pues el arte contemporáneo no requiere necesariamente ser hijo de la modernidad, lo que lo produce y lo genera no tiene una relación causal con sus resultados.
El carácter trascendente del arte
Suponiendo que su quid pro quo sea ese genuino interés de transitar por nuevos senderos no previamente establecidos y la búsqueda del hombre y su entorno en esta realidad-nuestra realidad epocal-la que ahora mismo nos envuelve en sus brazos. Los resultados, la obra de arte en sí, sigue siendo independiente y se puede y debe poder evaluar sin necesidad de recurrir al proceso. Si esta ayuda subsidiaria se hiciese esencial entonces perdería pues su condición artística, pues este para ser leído no debe de requerir de ayudas o soportes subsidiarios. He allí su carácter trascendente. Cuando necesitamos acceder a la fuente o el artista requiere explicar el proceso estamos frente a algo muy distinto del arte, valioso, pero algo que no pertenece a esta categoría.
Arte es la consagración del deseo de expresión de un modo estético y externo, que sobrepasa el proceso creativo en su realización, trasciende al que fue su creador y culmina con una total independencia. Esto explica el hecho de que muchas veces el artista no pueda reproducir una obra y se vea obligado a dar paso a un estilo diferente al anterior, aún sin consentir en ello.
El arte posee esa condición de externalidad, y en eso, la mayoría de los modernos se han mantenido (pudiese resultar incluso necesario un movimiento llamado a subvertir este concepto).
La incomodidad como objetivo en el arte moderno
El arte realiza también un sentido estético, que no tiene necesariamente que ver con la belleza, esto mas bien quiere decir que los colores, formas, materiales y la relación de todos estos atienden a un propósito estético a un objetivo visual. En el arte contemporáneo este objetivo estético es la incomodidad. La estética del arte contemporáneo es utilizada como un modo de hacer sentir al público incómodo. Esto es una corriente general, bastante masiva, hay excepciones, pero sin duda caracteriza a la mayor parte de obras contemporáneas.
Lo moderno aquí está dado pues la pieza u objeto artístico(artefacto, performance, etc.) asume y considera su relación con un potencial espectador. No hallamos más piezas en sí, basadas en la pura inspiración artística. Piezas que durante siglos aprendimos a apreciar-a posteriori-pues no eran de acceso masivo e inmediato, ni iban a parar a las avenidas públicas. Sino que muchas veces permanecían por años en los atelieres de los propios artistas que vivían en su mayoría como fieles representantes de esta relación individual con el arte.
Esta transformación es la que nos permite convenir que el arte contemporáneo como tal comienza en el siglo pasado, que es cuando se entrevén los primeros quiebres de esta relación individual. El arte contemporáneo nació precisamente como concretización de este cambio de paradigma en el arte.
El arte en su relación con el contexto histórico que lo envuelve y con los espectadores, el arte como elemento agitador, como ente de participación dinámica, no como objeto estático de apreciación individual.
Su comienzo definitivo fue originado por el movimiento dadaísta, nacimiento en gloria y majestad, quien además de cubrir predominantemente este objetivo del arte socializador estableció estas ideas como principios y convocó a los artistas de las nuevas generaciones a seguirlo.
Se ha entendido desde entonces que este dinamismo, es decir, la participación activa en su medio y el público podía sólo estar dada si es que se forzaba al público-al que se supuso siempre como un ente apático-por medio de una subyugante incomodidad. Ya que esta garantizaría la ruptura entre el espectador-y su disposición pasiva-hacia la participación activa que permitiese la aprehensión de la crítica situada detrás de la obra, realizable solo por el surgimiento de esta propia relación.
Si bien es cierto que en los comienzos del arte contemporáneo los artistas se seguían enfrentando a un público que se oponía a ser herramientas en la formulación de y trataba de refugiarse en la tradición sosteniendo el conservadurismo en la relación objeto-espectador. Por eso los artistas se veían forzados a realizar grandes performances rupturistas, polémicas y sobre todo incómodas, para forzar a participar a un público que pretendía mantenerse fuera, desde aquel punto las cosas han cambiado bastante
Cambio bajo las condiciones actuales y el desarrollo de la tecnología
Desde aquél punto han pasado décadas y el mundo ha cambiado. Tenemos una industria completamente diferente, el globo está cubierto por una red de wifi que nos permite la comunicación instantánea con el planeta entero, la economía es principalmente financiera. La realidad virtual ha tenido un desarrollo abismante en los últimos años y casi el total de la población carga en el bolsillo con aparatos tecnológicos que luchan cada vez más fuerte por disminuir la brecha entre estética y tecnología.
El mundo dejó de ser una suma de islas, la gente está conectada a lo ancho del globo y el sujeto está definido por estas relaciones sociales. El ser parte, el pertenecer, el identificarse son el ABC del sujeto en tiempos de facebook.
Ya no hay necesidad de convocatoria alguna ni motivos para organizar una incomodidad que permitirá capturar la atención de un sujeto aislado. Los sujetos hoy en día viven conectados y la captura constante de su atención es el objetivo esencial de la industria.
Hoy en día cualquier companía de marketing o ventas trabaja sistematicamente con los concepto que hace un par de décadas el arte utilizaba como medios subversivos. Tener las imágenes más polémicas, atractivas o controvertidas es el modo en el que se logra capturar a la audiencia, el público está plenamente preparado para ser convocado, es ni mas ni menos lo que vive en su cotidaneidad. Es la ventana en el hemisferio superior derecho que arroja propaganda cada vez que abrimos una página web. La incomodidad dejó además de ser el unico recurso con el que se puede capturar la atención de las personas, el placer, los estímulos positivos se integraron hace muchísimo tiempo como parte del arsenal que empela la propaganda y mostrando dar muchos mejores resultados. Y si bien el arte no debiese atender a ninguna inquietud comercial ni le debiese de importar las inquietudes de los consumidores debiese estar al menos enterado del contexto histórico que lo rodea.
El arte contemporáneo estancado en los clichés del pasado
Por qué entonces seguimos recibiendo en los museos y festivales de arte contemporáneo containers con basura y cuerpos desnudos cubiertos con sangre? Es que acaso no recibimos esas imágenes a diario en los noticiarios? cómo podemos seguir considerando todo aquello como nuevo?
Por qué seguimos promoviendo realidades muertas en las piezas de arte contemporáneo? Colores, formas, estructuras estáticas que están cada día más lejanas de lo que entendemos por realidad. Es que acaso el epíteto de contemporáneo o moderno no debiese ser un incentivo a representar lo que aún no existe, lo que es fantasía todavía para nuestra vista, todo aquello a lo que no logramos acceder siquiera con nuestra imaginación?.
Este no es el modo de utilizar la incomodidad -si es que la valoramos como precepto- haciendo participar al espectador de sensaciones a las que no puede recurrir en su cotidianeidad, que le están negadas? Nos hacen falta obras referentes al espacio, a la teletransportación, a la instantaneidad de las comunicaciones, al comercio virtual. Y no es un deseo meramente personal, sino porque en pleno apogeo del desarrollo tecnológico seguimos recibiendo los viejos collages o esculturas con materiales pesados que pretenden criticar el modo en el que fueron concebidas las ciudades el siglo pasado, críticas a la industria manufacturera, que no doy por invalederas pero sí por anacrónicas.
Todo suena añejo y olvidado, es como la Metrópolis(clásico del cine alemán de preguerra), obreros mecanizados, grandes ciudades de cemento y acero, con la diferencia en que en los tiempos en que Metrópolis fue filmada, estas ciudades estaban comenzando a ser construidas y los obreros aún les temían a las máquinas y las concebían como competencia directa.
Dondé está representada nuestra explotación, nuestra subyugación sin preguntas a la teconología, nuestro hábito de cambiar veinte veces al día nuestro estado en facebook que puede resultar tan mecánico como los movimientos que obligaba a realizar a los obreros la primera maquinaria pesada.
El desafío actual, integrar la cosmovisión Futurista
Lo cierto es que este «arte contemporáneo» ya no habla de nosotros mismos, sino de nuestros padres o abuelos empequeñecidos frente a estas torres de cemento. El desafío hoy en día es imaginar lo que no podemos ver, la incomodidad está dada por nuestra vida cotidiana, la tecnología sin duda ha avanzado en la tarea de hacer nuestra vida doméstica más sencilla, pero no ha conseguido reconciliarnos con nosotros mismos. Estrés, obesidad, las grandes enfermedades de este siglo ya no son virales. Nuestros miedos y temores no se encuentran afuera, sino dentro de nosotros mismos. Byung Chul Hang (el famoso filósofo coreano) ha descrito este fenómeno hace ya bastante tiempo, las enfermades son ahora inmunes, los miedos internos, de relación con el yo mismo.
El sentimiento de inconformismo que pretenden evocar los modernistas está cumplido mucho antes de cruzar el umbral de esos templos de lo moderno, es intrínseco a la época,no es una consecuencia, no hay respuesta a ninguna llamada, sino vacío.
¿Acaso el modo en que el potencial tecnológico de este contexto histórico y su evidente contenido revolucionario no representa un potencial suficiente para la incomodidad reflexiva o crítica?
El mismo fenómeno sucede con los materiales, los colores y las formas, estamos ya trabajando en sistemas nanométricos, tenemos impresoras 3D de acceso masivo, estructuras de carbono y muchísimos otros nuevos materiales y estas piezas nos siguen arrojando con letanía mezclas de papel con pintura o concreto. La mixtura en la pintura con más elementos fue hace muchísimo tiempo consagrada brillantemente por Klimt, seguimos hablando del siglo pasado.
El arte debiese ser el primer indicio del futuro, el primer espejo en el que podamos ver lo que nos espera.
No tiene límites, no requiere de las condiciones materiales ni económicas, no necesita miles de reproducciones, ni ser rentable, es votivo, meramente personal. No requiere verosimilitud, no hay categorías que puedan enclaustrarlo. Pero sabiéndose con toda esta libertad el arte contemporáneo pareciese querer vivir como prisionero del siglo pasado, habiendo subvertido la estética, la relación objeto-espectador y el propósito sigue sin ser capaz de movilizar su intención hacia el futuro que nos aguarda a la vuelta de la esquina.
Es hora de dar un paso a la verdadera modernidad que ya no es más un idilio o fantasía, sino que la vida que nos rodea, ni más ni menos que todo a lo que tengo acceso por medio de esta computadora.
https://www.futuremagazineonline.com/es/la-perdida-de-la-voluntad-personal/