El Coronavirus y porqué el virus es lo que menos debe preocuparnos, parte 2
En la primera parte de nuestro artículo te contábamos de la capacidad que poseen los virus de mutar y como el Coronavirus es un ejemplo de ello. En este artículo te contamos el desafío a la salud pública que supone.
Revisa la primera parte aquí
El Coronavirus y porque el virus es lo que menos debe preocuparnos, parte 1
Datos para un problema de salud pública
El Ritmo Reproductivo Básico (R0) es un índice epidemiológico estimado de cuantos casos nuevos derivan de un caso dado a lo largo de un período infeccioso. Es decir, cuantos nuevos contagios es posible estimar desde un único caso. Para el SARS el R0 es de 1.2, para el Coronavirus se estima desde 1.4 a 3.8 un índice de contagio mucho más alto, pero bajo si lo comparamos al de la Tos Ferina que tiene un R0 de 5.5.
Pues bien, algunos dirían que el Coronavirus no es tan terrible con estos datos. Sin embargo, esta afirmación depende de que forma se aborde. Cualquier enfermedad que tenga un R0 mayor a 1 supone una posibilidad de epidemia. Pero se deben considerar otros elementos, como por ejemplo, cuanto tiempo se demora el portador original en ser potencialmente contagioso, pues bien, para el Coronavirus la estimativa es de 14 días.
La combinación anteriormente descrita, nos da como resultado que, en un lapso promedio de 14 días un portador es capaz de contagiar hasta 3.8 personas. Una cifra importante, por tanto, no está fuera de lo previsto y es completamente esperable que los casos se dupliquen o tripliquen dentro de una semana, tal y como figura en los medios de comunicación.
Esto se ha enfrentado de distintas maneras, en China e Italia, por ejemplo, se han aislado ciudades completas y suspendido eventos de masiva convocatoria a fin de evitar la propagación a gran escala.
Es sumamente relevante esclarecer que el Coronavirus, por si solo, no representa un riesgo significativo para la salud de la población mundial.
Lo anterior, radica en su baja mortalidad general (solo un 2%) y si lo vemos en tramos etarios, su mortalidad está asociada siempre a otras enfermedades (patologías cardiacas, problemas respiratorios, etc.)
Pero también debemos observan la tasa de casos que requieren hospitalización según la gravedad asociada pues este dato puede ser verdaderamente revelador para dimensionar el impacto que podría tener. Ciertamente, para este ítem se estima que el Coronavirus alcanza un 17%
En términos epidemiológicos y de cara a la salud pública, los pacientes asintomáticos hoy suponen el mayor desafío. Estos son los casos donde una persona portadora del SARS-COV2 no presenta manifestaciones ni desarrollo visible de la enfermedad (COVID-19 o Coronavirus), siendo potencialmente peligrosos en la diseminación del virus.
¿Es el Coronavirus el real problema?
Tenemos elementos epidemiológicos estudiados intensamente y equipos médicos recabando datos a tiempo completo, una tasa de mortalidad relativamente baja, el riesgo cierto de los pacientes asintomáticos. Esto configura un panorama de cierto control y búsqueda de contención de parte de los distintos estados que enfrentan el Coronavirus. Pero esta aparente “normalidad” puede ser un gran problema de salud pública atendiendo a la realidad de los sistemas de salud del país donde el Coronavirus se propaga.
Queremos plantear un ejercicio básico con dos países con antípodas en sistemas de salud y ubicación geográfica. Abordaremos Suiza y Chile.
Consideraremos los datos antes expuestos, esto es; tasa de contagio persona a persona (3.8), vida media del virus (14 días), tasa de contagiados que necesitan hospitalización (17%) y datos de mortalidad según rango etario (2% general y 14% para mayores de 80 años) y por último utilizaremos un dato especulativo, la tasa de contagio real, pues la reciente aparición del Coronavirus no nos permite aun estimar su real impacto a nivel mundial. Para este fin nos basaremos en la tasa que otorga la influenza estacional, que año a año afecta a un 10%-20% de la población mundial y que se trata de manera paliativa, sin olvidar que la tasa de contagio de persona a persona es tres veces superior para el Coronavirus.
Lo anterior, a fin de realizar un ejercicio básico de lo que supondría una pandemia en dichas regiones como carga real para la salud pública.
La población estimada de Suiza es de 8.5 millones de habitantes (2015). Con una tasa de contagio del 10% se podrían ver afectadas las 850.000 personas de Coronavirus. Se estima que necesitaría hospitalización para un 17% de los infectados, es decir, 144.500 camas de hospital para tratar la enfermedad, si esto lo promediamos mensualmente por año calendario (12 meses) tendríamos que disponer de 12.041 camas por mes. Por último, tendría una mortalidad general (2%) de 17.000 personas.
Para el año 2015 la población mayor de 80 años superaba las 400.000 personas, casi un 5% de la población total del país. En este caso, tendríamos como resultado que de los 40.000 contagiados (10%) mayores de 80 años, fallecerían 5.600 personas equivalentes al 14% de quienes contrajeron el virus. Si consideramos los meses de invierno del país, tres meses a fines prácticos, serían 1.866 fallecidos mensualmente, 466 a la semana, 66 fallecidos diarios. Lo anterior, solo entre mayores de 80 años.
Un país del primer mundo como Suiza, que según los datos recabados por la CIA World Factbook, tiene 4.7 camas por cada 1000 habitantes, es decir, 39.950 camas en total, y deberían disponer de más del 30% del total solo para la atención de los 12.041 contagiados mensuales por Coronavirus. ¿Qué pasaría en los meses de invierno donde los virus se propagan con hasta 8 veces mayor facilidad?
En el caso de Chile, país de 18 millones de habitantes (2018). El 10% de la población suponen 1.8 millones infectados estacionalmente por el Coronavirus. El 17% equivale a 306.000 personas que requerirían hospitalización, un promedio mensual anual de 25.500 hospitalizados. La mortalidad general del 2% implicaría que de los 1.8 millones de contagiados, fallecerían 36.000 personas. Unas 12.000 personas mensualmente, 3.000 a la semana, 428 al día, si consideramos solo la temporada invernal.
¿El problema? Chile posee 2.1 camas por cada 1000 habitantes, si tenemos en cuenta esto, totalizan 37.800 camas hospitalarias, con una carga mensual de 25.500 pacientes, solo el Coronavirus representaría un 67% del total de camas existentes en el sistema público y privado. Un dato a considerar, para el 2016 el país tenía un déficit de 15.000 camas, algo así como 30 hospitales de 500 camas cada uno.
Por último, si consideramos el fallecimiento de estas 36.000 personas, esta cantidad equivale a tres veces el número de autopsias que realiza el Servicio Médico Legal (SML) cada año y que debiesen llevarse a cabo con motivo de los protocolos establecidos por la salud pública en un escenario de tal complejidad.
Los sistemas de salud: los grandes deudores
Es evidente la diferencia de recursos con los que cuentan los estados de Suiza y Chile, aquello no resiste análisis. Sin embargo, el sistema de salud y más aun el sistema de salud pública, poco y nada puede hacer frente a la brutalidad que representaría una pandemia de estas características.
Los sistemas de salud y los hospitales ya atienden grandes cantidades de pacientes que padecen otras enfermedades y en muchos casos, existen déficit para enfrentar dichos eventos. Cualquier enfermedad con las características de epidemia o pandemia supone una carga importante para la salud pública que ya está enormemente debilitada por la priorización de los recursos a centros privados de atención de salud, en desmedro del fortalecimiento de esta. Lo anterior, genera enormes tasas de pacientes que no tienen acceso a un sistema de salud digno y eficiente.
La FDA, el organismo encargado de la repartición de medicamentos en EE.UU, ya ha reconocido que está teniendo problemas para la distribución de medicamentos paliativos para el Coronavirus.
La falta de camas y tratamiento adecuado, la escasez de medicamentos empleados como métodos paliativos y las consecuencias que implicaría restringir la libre movilización para evitar la propagación del virus podría ser de gran alcance. ¿Cómo haríamos llegar las medicinas y tratamientos necesarios si no nos podemos movilizarlas? Parece ser que la fragilidad de nuestras cadenas de abastecimiento y el riesgo de un alta demanda de camas es la alarma mayor.
Pero también se necesita de voluntad política y poner en relieve el valor de la comunidad. Voluntad política para tomar decisiones impopulares y drásticas, como cerrar escuelas y limitar los traslados a fin de evitar una mayor propagación, con experiencias de éxito como se ha dado en China y Japón. La capacidad de garantizar que establecidas estas limitantes a la vida cotidiana, las personas no verán trastocadas sus vidas y tendrán acceso, ejercicio y derecho a la dignidad que implica vivir. Es de vital importancia mantenerlas informadas y al tanto de las mejoras y avances en la materia.
Y poner en relieve el valor de la comunidad cooperando con estas medidas, dimensionando lo que puede suponer algo de esta magnitud para la vida de nuestros seres queridos y nuestro entorno, respetando las cuarentenas establecidas.
En cualquier caso, si el Coronavirus no llega a desarrollar las tasas previstas y es contenido a tiempo, ninguna de las medidas estará de más. Quizás nos podrían tomar por exagerados, lo que no es mucho.
Sin duda alguna, lo realmente importante y lo que motiva este artículo es la enorme necesidad que tienen los sistemas de salud del mundo de mejorar y ponerse al servicio de lo dicen hacer. Garantizar el acceso a una salud digna y ayudar a vivirla bajo estos parámetros. Para aquello hay un cuestionamiento mayor, ¿es este sistema de vida capaz de garantizarnos esto?