Los virus y bacterias que podrían volver de la muerte

De película

Un virus o bacteria extinto o dormido hace siglos regresa para acabar con la humanidad. Suena como el guion de una película, ¿no? La verdad es que las posibilidades de que esto suceda, en parte, podrían ser reales.

La contingencia informativa está profundamente vinculada al Coronavirus, pandemia declarada por la OMS.

El Coronavirus y porque el virus es lo que menos debe preocuparnos, parte 2

En este escenario nos hemos preguntado en Future Magazine ¿Qué tan latentes son los riesgos epidemiológicos que podríamos enfrentar?

El cambio climático ha sacado a relucir zonas que durante cientos de miles de años han estado congeladas, sin ir más lejos, el año 2016 en Siberia existió un brote de Ántrax que causó la muerte de un niño y cerca de 90 personas intoxicadas ¿la razón? Renos que habían estado enfermos fueron enterrados años atrás, pero las olas de calor han derretido la nieve que los cubría y las esporas de Bacillus anthracis, la bacteria responsable del Ántrax usada como arma biológica en algún momento, pueden vivir cientos de años bajo el hielo, “volviendo a la vida” más allá de lo pronosticado.

Cartas enviadas con esporas de Ántrax en su interior.

Y eso no es todo, recientemente, en Alaska se descubrieron cadáveres enterrados en fosas comunes que tenía el virus de la mortífera gripe española, la que durante finales de los años 10” y toda la década del 20” del siglo pasado, le costó la vida a más de 50 millones de personas.

Pero los descubrimientos no cesan, el permafrost la capa de hielo permanente que recubre las superficies de la tierra y que cada vez se derrite a mayor profundidad producto del cambio climático y la acción humana a deja en evidencia hallazgos increíbles. En los últimos dos años se han descubierto virus con una edad de 30.000 años, el Pithovirus sibericum y Mollivirus sibericum, el nombre con el que fueron bautizados, son dos virus gigantes y altamente patógenos e infecciosos, que para nuestra suerte solo infectan amebas.

El permafrost es la capa de la tierra que se encuentra permanentemente congelada, en los últimos años esta capa ha comenzado a descongelarse con mayor profundidad, dejando en evidencia virus de cientos de miles de años.

Los humanos del siglo XXI

Sin embargo, ¿Quién descarta la posibilidad de que la progresiva aparición de virus y bacterias de otras eras no sean un peligro para la salud pública del mundo?

Más si planteamos la aparición de enfermedades que enfrentaron nuestros parientes homínidos extintos, no debemos descartar ni desconocer que, evolutivamente, nuestro sistema inmunológico pudo suponer una ventaja comparativa en relación con ellos.

Pero ¿están preparados los sistemas inmunológicos de los seres humanos del siglo XXI para enfrentar virus y bacterias tras tantas generaciones transcurridas?

Es sabido que los seres humanos desarrollan defensas al verse expuestos a virus y bacterias de su época en la temprana infancia, pero son más bien vulnerables a ellos cuando no se ven relacionados con su medio, esta fue una de las causas de la alta mortalidad de la ya mencionada gripe española, sobre todo en poblaciones de entre 20 y 40 años, una segmento etario no común para este tipo de enfermedades.

Registro fotográfico de las camillas en que eran trasladadas los cuerpos de fallecidos por el brote de «gripe española». Las precarias condiciones sanitarias de la época fueron un elemento que propició su avance por todo el mundo.

Por último, considerando la alta resistencia a los antibióticos generadas artificialmente por la automedicación y la industria alimenticia, ¿son estos la última frontera ante potenciales pandemias de origen bacteriano? ¿qué tan rápido se pueden encontrar vacunas a los virus que mutan con gran facilidad?

Los registros históricos

Existen otras epidemias que han azotado al mundo y que el ser humano a logrado erradicar con éxito, la Viruela (1980) y la Peste Bovina (2011) fueron combatidas durante todo el siglo XX, creándose vacunas, inoculando de forma preventiva a la población y acabando con toda forma de la enfermedad en estado natural.

La Viruela causó millones de muertes durante siglos. Fue declarada erradicada en 1980.

Sin embargo, existen espacios de almacenamiento biológico que tienen cepas de estas terribles enfermedades aun almacenadas ¿cuál es la finalidad de guardar muestras, a riesgo de un accidente biológico o un ataque con armas biológicas, de virus que fueron tan mortíferos para la humanidad?

La aparición de un brote natural y la posibilidad de generar una vacuna para inocular a las poblaciones que no se han visto expuesta durante generaciones a este tipo de virus, parecen ser el principal motivo.

En términos biológicos las cepas de virus más mortíferas no son las que se propagan con mayor facilidad, ni las que avanzan indiscriminadamente ¿la razón?, muy sencilla, un virus o bacteria con una alta tasa de mortalidad se queda sin posibilidades de propagación, tan simple como que no tiene a quien más infectar.

Suena a un pequeño consuelo entre tanta potencial catástrofe.

Medidas precautorias

¿Qué podemos hacer frente a las consecuencias de los riesgos naturales que podrían traer de vuelta estos agentes epidemiológicos? ¿Y los riesgos que propiciamos como seres humanos?

Indudablemente podemos prepararnos y es necesario hacerlo.

El calentamiento global está pasando. Detenerlo no pasa solamente por acciones individuales, segmento que concentra gran parte de las campañas de los estados y gobiernos del mundo. La producción de contaminantes y residuos domiciliarios sigue siendo insignificantes si se compara a la producción industrial,  principal responsable de la emisión de contaminantes que propician el efecto invernadero y con ello el acentuamiento del cambio del cambio climático. Por cliché que suene, el modelo productivo extractivista está potenciando la aparición de estos agentes biológicos.

Por otra parte, los sistemas de salud públicos enfrentan múltiples complicaciones en financiamiento y equipamiento, principalmente, por las enormes sumas de dinero que los distintos estados inyectan en los sistemas privados de sanidad y salud.

La mercantilización de la salud es un riego, en el sentido de que quien tiene dinero puede acceder a ella, privándola de su sentido humanitario y universal. Tranzar la salud como un bien de mercado puede significar un catastrófico paso que dejará a grande porcentajes de la población desprovistos de este derecho o con un acceso reducido en tiempos, calidad y eficiencia. Es imperativo fortalecerla y priorizar su funcionamiento.

Así también, el manejo de los riesgos biológicos por parte de la comunidad científica debe estar dispuesta para el bienestar de la humanidad. Si el almacenamiento y/o resguardo está destinado a ser un soporte militar para experimentar con países en guerra, como ha sido el caso en distintos períodos históricos, entonces estos agentes deben ser irremediablemente destruidos.

Si por el contrario, las muestras están pensadas para su preservación en resguardo de la salud pública y la búsqueda de soluciones científicas para el conjunto de la humanidad, entonces en este caso tiene sentido preservarlas.

La ciencia necesita el componente humanitario y universal para no perder su razón de ser.